Las mejores olas que surfeamos quedan grabadas en nuestra memoria, y las que fallamos, aún más. Este es el relato de Matt Bromley, un surfista sudafricano que se encontró con una de esas olas que definen carreras en Nias, durante una de las marejadas más potentes que ha visto la isla en décadas.
En una de esas sesiones, Matt tuvo la oportunidad de enfrentarse a una ola gorda y redonda que llegó a su línea. En sus propias palabras, recuerda que pensó que estaba a punto de vivir la mejor ola de su vida. “Recuerdo que en ese momento pensé que era la ola más increíble y que estaba a punto de tener la mejor ola de mi vida”, comentó Bromley en un vídeo que captura la esencia de ese momento.
En el vídeo, Matt comparte su experiencia de cómo se sintió mientras remaba hacia la ola. “Pude ver que era una ola muy especial, y mientras remaba me sentí genial. Tenía mucha energía y emoción. Podías mirar por encima del borde y ver la forma del arrecife mientras el agua lo absorbía”, añade.
Sin embargo, la emoción de la ola no fue suficiente para evitar un desenlace inesperado. Al ponerse de pie, la ola lo arrastró hacia abajo, y en un instante, la poderosa pared de agua se le vino encima. “Pero al ponerme de pie, la ola me arrastró demasiado hacia abajo, y cuando quise darme cuenta, toda la pared de agua se me vino encima”, reflexiona Matt.
Es fácil imaginar que después de esa experiencia, pasaría días analizando qué pudo haber hecho diferente para aprovechar esa ola. En el surf, cada error se convierte en una lección y cada ola perdida es un recordatorio de que el océano siempre tiene algo que enseñarnos.
